16 agosto, 2011

A través del espejo y lo que Alicia encontró allí o la Hipótesis de la Reina de Corazones

Últimamente - y quien dice últimamente, dice en los últimos n meses- mi mente funciona a una velocidad tal, que me cuesta hasta vislumbrar mis pensamientos. Siempre he estado convencida de haber sido una niña hiperactiva, pero supongo que en algún momento aprendí a ralentizar un poco para no volver locos a los demás y  -sobre todo- para no volverme loca yo misma. Solía pensar que la habilidad de hacer cinco cosas a la vez se perdía si no se entrenaba, pero es falso. Ahora creo que sólo hace falta un detonante adecuado para volver a la velocidad natural, completamente desenfrenada. No sé cuál ha sido esta vez el detonante con exactitud, pero  temporalmente debió ubicarse hace poco menos de un año, porque recuerdo haber sido casi normal antes. El caso es que he recuperado mi tasa multiarea de antaño. A la menor, me encuentro resolviendo informes mientras veo una película, chateo, plancho las camisas y hablo por teléfono a  la vez. Eso pude parecer estupendo, pero tiene una contrapartida, es irrefrenable. Me explico: si intento poner mi atención en una única cosa, dura entre veinte y treinta segundos antes de distraerme y darme cuenta de que -mientras tanto- he comenzado otras mil...Casi nada  es capaz de retener mi atención más de dos minutos en exclusiva. Escribir es la única cosa que me permite frenar un poco, aunque ahora mismo esté viendo otras tres webs más y planificando mentalmente la jornada para mañana. Quizá hacer fotos también sirve, pero no estoy muy segura, porque puedo hacer más de cien en un día, cada una con una historia apasionante -real o imaginada- detrás. El agua tampoco está mal, puedo centrarme un rato en nadar y avanzar mirando las baldositas del fondo, aunque sea por unos minutos....¿Agotador? Para nada, lo agotador es intentar ir a la velocidad desesperante de caracol que funciona el mundo...Dicen los señores expertos que hay aproximadamente un 4% de adultos que sufren de hiperactividad, ¿y si es al revés ?¿y si el 96% restante sufre de lentitud patológica...?

Ésta se la dedico a un buen amigo, que hace años me dijo que había personas con el don de hacer algo muy bien, pero otros teníamos el don de hacer muchas cosas a la vez. Gracias, Robin.

Alicia miró alrededor suyo con gran sorpresa.
  -Pero ¿cómo? ¡Si parece que hemos estado bajo este árbol todo el tiempo! ¡Todo está igual que antes!
-¡Pues claro que sí! -convino la Reina-. Y, ¿cómo si no?
-Bueno, lo que es en mi país -aclaró Alicia, jadeando aún bastante- cuando se corre tan rápido como lo hemos estado haciendo y durante algún tiempo, se suele llegar a alguna otra parte...
-¡Un país bastante lento (el tuyo)! -replicó la Reina-. Lo que es aquí, como ves, hace falta correr todo cuanto una pueda para permanecer en el mismo sitio. Si se quiere llegar a otra parte hay que correr por lo menos dos veces más rápido.
   
Lewis Carrol, Alicia a través del espejo

10 agosto, 2011

Placeres solitarios

Ummmm, qué bien que sienta esto, casi no me acordaba...agotada pero feliz...

Y no me refiero a lo que habéis pensado al leer el título, aunque viajar solo y por placer sea a veces casi tan bueno como algunos otros placeres (que son, por cierto, mucho mejores en buena compañía). Subrayo lo de buena, porque si la compañía es regular o mediocre, esto es infinitamente mejor.


La sensación de hacer exactamente lo que quieres es realmente insuperable. Puedes pasar horas vagabundeando por una ciudad a tu antojo día y noche y relajarte después con un baño de espuma hasta que te salgan escamas como a la sirenita. Y qué me decís del placer casi místico de arreglarte para salir a cenar y disfrutar de las miradas de extrañeza de clientes y camareros. Mientras tanto, puedes pedir lo más vulgar o lo más exótico de la carta, dejarte contar la historia de cada copa de vino antes de elegirla y paladear cada aroma, cada nota de sabor. Sólo siguiendo tu propio ritmo, sin interferencias, sin ninguna excusa que te impida saborear todos los instantes, todos los detalles, es simplemente delicioso...Ahora os tengo que dejar, hay un baño de burbujas esperándome...

04 agosto, 2011

Estampas castellanas (y II)

Aturdido por dos nostalgias enfrentadas como dos espejos, perdió su maravilloso sentido de la irrealidad...

Aquí, en Castilla, las parcas se reciben como un invitado más, que con cierta frecuencia viene a hacer una visita: las mujeres son las que se hacen cargo de la mesa. Se me ocurre al hilo de esto, que hay aquí -y posiblemente en cualquier lugar- dos razas diferentes de mujeres, que como agua y aceite, pueden acercarse pero no mezclarse .

Las primeras son las mujeres valientes, que cuidan de los suyos, de si mismas y de cualquiera que necesite de sus manos. No lo hacen por fé, ni por caridad, sino por convicción. No esperan recompensa ni reconocimiento, no piensan siquiera que hagan algo extraordinario. Lo hacen. 

Las segundas son mujeres abnegadas, que hacen lo que les han enseñado que tienen que hacer, que son lo que les han educado para ser. Primero cuidaron de ellas sus padres, después un marido y finalmente unos hijos. Se saben extraordinarias y cualquiera que deje de reconocer este hecho es, por fuerza, un desconsiderado.

Unas no opinan sobre vidas ajenas, no por falta de interés, sino porque andan ocupadas en hacer la suya de la mejor manera que encuentran, en tender una mano a los vecinos y regalar una sonrisa a los que guardan alguna pena. Las otras andan muy ocupadas, y no viven, si no es en el hueco angosto que dejan las normas opiniones y quediranes, y sólamente en el poco tiempo libre que les deja la árdua tarea de juzgar a los vecinos e impartir lecciones de moral.

Vaya en esta entrada mi más sincera admiración por todas esas mujeres que saben que risa y llanto son caras de la misma moneda y que sólo el agua y no las lágrimas sirven para calmar la sed del caminante.

El que se muere, rico o pobre, siempre está solo, aunque vayan los demás a verlo. La vida es así   (...) RJS