26 julio, 2011

Insomnio

Otra noche sin poder dormir, van cuatro, es un poco desesperante. Es molesto, pero pasará, siempre pasa...Cada noche me pongo el pijama, mientras me caigo de sueño y doy vueltas en la cama. Hoy he decidido hacer eso que dicen que funciona, salir de la cama y ocuparme en algo hasta que esté completamente agotada y por fin pueda dormir algunas horas. Tengo demasiadas cosas en la cabeza, pero eso no es una novedad, no parece una buena excusa para no conciliar el sueño. Anque, de hecho, lo sea, paciencia.

El caso es que, algunas veces, las responsabilidades pesan demasiado. Y no sólo las del trabajo. No se pueden coger vacaciones de familia, ni de amigos, ni de seres queridos. Sobre todo, no se pueden tomar vaciones de uno mismo. Supongo que dejar que el mundo gire por su cuenta y rendirse sería una opción, pero sabéis que esa palabra no está en mi diccionario.

De un tiempo a esta parte han sucedido y dejado de suceder tantas cosas que se me hace difícil ver cuándo comenzó mi crisis particular. Que no cunda el pánico, crisis -etimológicamente- es replanteamiento. Me gusta en particular el concepto oriental. Los chinos tienen para la crisis un ideograma que se compone de otros dos: oportunidad y peligro.Son inseparables: si no apuestas, no ganas.

El camino se hace al andar, moviendo un pie después del otro y pasando por infinitos momentos de inestabilidad, uno por cada paso. Sin esos fugaces momentos, no es posible avanzar.

La teoria, como casi siempre, ya está inventada y es realmente buena. Heissenberg planteo perféctamente el problema: la incertidumbre. Si conoces muy bien la posición te equivocas en la velocidad y si conoces la velocidad, errarás en la posición. Funciona igual de bien para las partículas subatómicas, para los GPS y para las relaciones interpersonales. 

Et in Arcadia ego...

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